Saber que te vas a caer y aún así empezar un vuelo con los ojos cerrados.
Hacer las maletas mentales para escapar de tu propia mente. Sentir que vas a volar y comprobar, en mitad del salto al vacío, que te has olvidado las alas en la nevera.
No pasa nada.
Es un sueño.
Todo pasa.
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